Pronto llegó la denuncia a los carabinieri de que limpiaban las rampas del puerto de Livorno con lejía. Cómo? Preguntaron. Pues igual que limpiaban las sentinas de los cruceros y los barcos en general y luego echaban lavavajillas en el mar para que la grasa se deshiciese. Lo aceites y gasóleos acababan yendo al fondo, donde seguían estando, pero nadie los veía ya.
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