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jueves, 12 de agosto de 2021

Casi un asesinato...

Nacho Martins salía de marcha del Pazo de Urzáiz el 16 de agosto de 2020 fue el último día que se podía salir por la noche el año pasado. Uno de sus amigos se tropezó sin querer con otro chico; y su pandilla lo agredió, Nacho salió a defenderlo y le pegaron entre seis. Lo dejaron tirado en un descampado cerca del pazo. Ya no estaba con sus amigos que lo encontraron gracias al sonido de su teléfono móvil. Según los médicos quedó a una patada de morir. Durante un año blindó ese recuerdo. Ahora al ver el vídeo de la agresión de Samuel se dio cuenta de que él mismo podía haber quedado en el sitio. Yo aún puedo hablar, voy a hacerlo por los que ya no pueden. Tuvo que ser operado en el Cunqueiro. Su familia recibió en la noche una llamada diciéndoles que estaba entre la vida y la muerte. Hoy celebran que salió, pero sigue encerrado en casa paralizado por el miedo. No puede trabajar y perdió visión y capacidad bucal, tiene el rostro lleno de prótesis metálicas. Los tipos que lo patearon son vecinos de la comarca, muy conocidos por sus broncas, alguno ya ha estado en la cárcel. Son seis. Sólo dos de ellos estuvieron en las jornadas iniciales detenidos. Ahora campan as sus anchas por todo el Val Miñor. Trabajan en locales de hostelería muy conocidos y siguen con sus vidas como si nada; cuando se encuentran con la familia de su víctima se ríen de ellos o incluso les hacen gestos propios de la mafia siciliana. Nacho con su baja apenaas puede pagar el coche y la moto que se había comprado, vive atado a psicólogos, psiquiatras y fármacos caros. Sólo quiere justicia. Quiere verlos en la cárcel y que le resarzan. El año que lleva postrado en casa, paralizado por el miedo ya nadie se lo podrá devolver.

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