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miércoles, 1 de mayo de 2019

Lo que aprendí de Paloma Lago

A Paloma Lago siempre le gustó la moda y la imagen. Por eso se apuntó a un curso CCC de modelaje ya de niña en su Ferrol natal ante el asombro de su madre. Luego se fue a Madrid donde triunfó en Cibeles y compartió pasarelas con Elle Macpherson y piscina con Elisabeth Taylor.
A sus más de cincuenta años sigue trabajando y tiene un físico envidiable.
Es mi trabajo. Yo vivo de esto. Pero la imagen es muy importante para todos: cuando vas a una entrevista de trabajo, a una fiesta familiar o a una cita personal.
Hay que adaptarse a los equipos de trabajo, saber lo que el fotógrafo quiere de ti, qué busca la marca que te contrata, qué tienes que proyectar.
Andar erguido: ya no se llevan los libros en la cabeza para practicar, ahora las modelos llevan un paraguas perpendicular como si fuera una cruz. Mirar al frente, nunca hacia abajo o para atrás. Y creer que eres lo más, aunque no lo seas. Y llevar esa ropa que te horroriza como si no hubiese otra en  el mundo. Y ser amable y ser sencilla y dejar paso a todos que no siempre son competencia.
Paloma Lago ha sabido avanzar y adaptarse a los tiempos y cultivar su sello personal. Ese detalle que nos hace únicos y que hay que saber explotar. Y nos puso un ejemplo. El primer telediario que presentó Lalo Azcona en TVE, la tele única de aquel país.
Con un traje impecable casi dibujado a la piel, una buena corbata y una camisa guay, Azcona optó por desabrocharse el primer botón antes de que se encendiese la luz. Algunos se llevarían las manos a la cabeza y otros no. Si hubiese sido hoy habría sido trending topic o simplemente viral. Al día siguiente todo el mundo hablaba de su ruptura  estilística y aquel gesto se convirtió en su sello definidor. Luego  llegó Carrascal.
Paloma Lago no tiene miedo, quizás a la edad... pero no de las nuevas influencers que no saben desfilar que no mantienen el gesto cuando el fotógrafo les cae mal. De las que no saben disimular una noche de jet lag; las que invaden front rows donde antes sólo estaban las intocables: las del Vogue, las del Elle, el Telva o el Marie Claire y así con su eterna sencillez nos dio una clase más en el Centro Comercial Gran Vía para el que la quiso escuchar!