Hace unos años llevo observando la obsesión del poder por controlar todas las instituciones y asociaciones. Dan golpes de mano dignos de dictadores latinos.
Quieren colocar a sus títeres en la asociación de empresarios a costa de lo que sea, en la federación de vecinos, de la hostelería o en el poder judicial; así consiguen que cada vez que los empresarios, los hosteleros, o los vecinos juzguen la acción política siempre les parezca bien. No son ya un contrapoder, no son más que la camarilla de los políticos. A veces incluso parece que son los políticos los que les dictan declaraciones y les guionizan su argumentario.
Y esto dista mucho de ser un comportamiento democrático o no?