Hablamos de crímenes sin castigo de hace 18 o más años. Muertes por las que nadie pagó.
Sus víctimas y sus verdugos comparten escenarios. Mucho se habla de Hernani, de Tolosa o de Irún donde conviven asesinos con familias de asesinados.
Pero aquí también ocurre. Hijos huérfanos que viven con papá que asesinó a mamá, aunque nadie fue capaz de demostrarlo.
Actores sociales que dan ruedas de prensa a las que acude el asesino de su hermana. Y muchos más. Personas que renuncian a vivir por no compartir escenario con los que asesinaron a sus hijos, padres y hermanos.