Nos empezamos a reunir los miércoles e íbamos comentando todas las novedades del crimen. Cada cual más escabrosa que la anterior. Muchas de las cosas que nos contaban exigían confidencialidad, tanta que las blindábamos bajo siete velos y las acabábamos olvidando.
Aquello para nosotros fue una terapia. No podíamos soportar que en nuestra ciudad hubiese pasado algo así y que mucha gente mirase para otro lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario