Me cruzo con Julio tres o cuatro veces a la semana. Al principio su presencia no me parecía inquietante.Toma café a media jornada en el mismo lugar donde lo hago yo, que a veces parece un club de jubilados o un tanatorio. A veces pienso ir al de al lado, donde toman café las del Bershka o el Stradivarius, pero ni son tan rápidos, ni tan profesionales, ni me hacen tan bien los bocatas de beicon con queso.
El caso es que Julio toma allí café con los de su despacho, alguno de ellos un insigne galeguista. También lo cruzo en mi barrio hasta los domingos cuando salgo a pasear. Es entonces cuando me escamé. De dónde sale este tipo que es como un paso de cebra o un semáforo, que está siempre ahí.
Y fue fácil, la verdad. Hoy en día todos “ cascamos” todo en internet. Y buscando, buscando encontré al tipo éste. Ahora ya sé que no es un policía, ni un detective, y supongo que tampoco un psicópata, si no un simple abogado que comparte el mismo itinerario que yo.
Qué pena de novela!
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domingo, 18 de febrero de 2018
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