lunes, 8 de septiembre de 2025
Después de ver “Romería”
Extraña, dura,inquietante. Mitad real, mitad onírica. Casi efecto cámara amateur. Decía Carla que no era un ajuste de cuentas pero en parte lo parece. Quizás no juzgue, pero pone tan en evidencia la falta de cariño y empatía de la familia paterna. Y la pregunta reiterada de por qué escondisteis a Fon? El grito desgarrador de una niña que no pudo conocer a su padre y no sabe exactamente por qué.
La necesidad de reconstruír su historia y la de sus padres. La ensoñación del
mundo de la droga y la dureza de una familia que cree que todo se arregla con silencio y con dinero.
Y cómo los hijos viven o son capaces de recrear la vida de sus padres, hasta el punto de casi convertirse en ellos.
Me parece muy cruel el comportamiento de muchos miembros de la familia paterna; la abuela es demencial y el abuelo también es muy frío.
La verdad la película corta el aliento aunque a veces se hace lenta.
Me decían hace poco que para los de Vigo era una maravilla verla. Salen en ella casi todos nuestros paraísos.
Sí que es verdad que la mirada sobre los protagonistas es amable, pero el shock con la familia no se me acaba de pasar.
Decían estos días que el problema de la droga de los 80 no se habló suficiente, que yo creía que sí. Gracias en parte a la generación de Carmen Avendaño. Se hizo historia y se reconoció el problema. Quizás muchos años después.
Hace años Carmen Avendaño me dijo cuando empezamos la lucha otros chicos hijos de clase alta cayeron. Nosotras nos echamos a la calle: las de Lavadores, Coia o Teis. Sin embargo las de las zonas altas de la ciudad ocultaron el problema de sus hijos por vergüenza; ellas que con una llamada podían hablar con un ministro o un gobernador civil. No lo decía con rencor. A las de Lavadores les costó mucho más llegar a los despachos.
También alertaba Miriam Gallego el día del estreno que la droga sigue ahí tan presente y fuerte como antes, que en España tenemos un problema, que se vende coca en cada esquina y hay unos datos demoledores de consumo que nadie quiere atajar. Daba a entender que de la crisis de los ochenta muy pocas cosas aprendimos.
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