Por su vida, por su cama también habían pasado muchas mujeres. Muy pocas habían sido importantes. A todas las usaba de una manera u otra.
Con dos tenía un vínculo indestructible:una era su madre que fue la primera en decir que tenía coartada horas después de la comisión del crimen. La otra era su mujer que le había atribuído el asesinato a su tío político sin despeinarse.
Incluso había una tercera que había perdido la vida entre sus manos.
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