Era demasiado temprano o demasiado tarde según se viese. Y estaba muy cansada. Al volver a casa había mar revuelto y la calle estaba llena de gaviotas. Atropelló a dos casi sin darse cuenta a no ser por sus últimos graznidos. Luego llegó a casa y se hizo un café en la vieja cafetera italiana. Apoyó la cafetera en una vieja guía de teléfonos que llevaban años usando de salvamanteles. Tomó su café de trago y se acostó.
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