Empezaste con el contrabando en la “raia”. No te voy a juzgar, fueron años difíciles y muchos lo hicieron.
Además quién era aquel gobierno para decidir quién y cuánto café o azúcar podían tomar pudieran pagarlo o no.
Después conociste a aquella chica, la hija de un industrial millonario y te cambió la vida. Ibas con ella o no paseando por el pueblo con la cabeza alta y mirando a la gente por encima del hombro sin saludar… hasta que… alguien decidió o tú mismo quisiste presentarte a las elecciones… y entonces empezaste a saludar a todos aquellos a los que le torcías el morro; incluso té ofrecías a llevar en tu coche a aquellas mariscadoras que hasta entonces despreciabas.
Esta es tu historia aunque estos días escriban de ti que eras un empresario ejemplar, un gran estadista y hombre hecho a sí mismo…
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